Santurde.es

Publicación La Ilera

Publicación impresa del año 2002 hasta el año 2006, de la Asociación Amigos de Santurde, depósito legal LR-102-2002, con; historias, anécdotas, sucesos y más cosas del día a día en Santurde de Rioja.

La Ilera nº especial

La Ilera nº 4

La Ilera nº 3

La Ilera nº 2

No existe la publicación del nº 2, por un despiste en la numeración se paso directamente del nº 1 al nº 3.

La Ilera nº 1

La Ilera nº 0


La Ilera nº 3, página 16 - Relato

Texto de Juan Borrega.

El fin del mundo para ELLOS

Él lo había presentido, o quizás, sólo era memoria de otras ocasiones en las que presenció hechos similares; días en los que el dios de la tierra estaba cabreado y arrasaba distintos lugares con la mano, ora de la ira, ora de la indiferencia; días de muerte en los que los cadáveres, brillaban en la humedad del rocío, líquidamente hacinados sobre el intenso verde que el agua, el sol y la mañana confieren a la vegetación.

Al principio fue un leve temblor de tierra, un acompasado discurrir sonoro que abrazaba la maleza llenándola de quejidos; voces verdes arropadas desde los árboles por trinos arrogantes que cruzaban sin huella el silencio del aire, aquella mañana quieto.

Se sintió intranquilo y cambió de posición. Una mariposa ejercitaba su circunloquio absurdo y vital sobre una mata de margaritas, un perro enmarañaba desde lejos su voz con la de todos los demás y los rayos del sol se encaramaban caprichosamente sobre las cosas. Todo normal.

Después fue la sombra. No la noche, que te invade los ojos hasta que te acostumbras a ella, hasta que te hace suyo, como hacen los nenúfares con los estanques que los acogen, como hacen unas cosas con otras, sino la sombra, la que te oculta el hecho, la que se mece frente a ti un instante antes de la tragedia.

Él supo que ninguno de ELLOS le habían visto llegar, que ninguno percibió el estruendo de luz que el sol volcó sobre el metal que expulsaba la muerte. Polvo y agua, agua y polvo que no se convertirían en barro.

-Putos pulgones, me van a dejar sin tomates -dijo el hombre, mientras intentaba rociar con el veneno un moscón que pasaba cerca-. ¡Joder como pesa esta candaja!

Él supo que el dios de la tierra había hablado porque volaba cerca de él cuando lo hizo, pero no le entendió.

Y tuvo miedo cuando algunas gotas de aquél líquido le alcanzaron mientras escapaba. •

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La Ilera nº 3, página 3 - Historia

Texto de Alfredo Montoya.

Don Bernardo Sancho Larrea

El día 5 de Septiembre se cumplen cien años de la fecha en la que el Ayuntamiento de Santurde de Rioja dedicó la plaza principal "A la memoria del insigne patricio D. Bernardo Sancho Larrea, en testimonio de perpetua gratitud".

Aprovecho este centenario para rememorar y recordar desde las páginas de la revista La Ilera a este santurdeño y trazar unas pinceladas de lo que fue su vida y lo que supuso para los vecinos de Santurde del S. XVIII y, a través de sus obras y fundaciones, para las generaciones siguientes, perviviendo en nuestros días.

Bernardo Francisco de Sancho Aransay Larrea y Repes, que es su nombre completo, nace en Santurde (en esa época aún no tenia el apelativo de Rioja) el 1 de agosto de 1727. Era el segundo hijo del matrimonio formado por Juan de Sancho y Larrea y Josefa de Aransay Repes, "Vezinos que fueron de estta dicha Villa".

Miembro de una familia numerosa, como era habitual en esa época (2 hermanos y 4 hermanas) y "segundón" tuvo que salir del pueblo a buscar fortuna y prosperar, ya que su hermano mayor, Vicente, fue el que continuó con la hacienda familiar.

Se decantó por la vida militar, "Al servicio de Su Majestad" donde, después de haber servido en varios cuerpos, alcanzó el grado de capitán "Capittán por S. M. del Regimiento fijo de Milicias de la Ciudad de Buenos Ayres", que compatibilizó con diversos cargos públicos y actividades económicas.

En Buenos Aires tuvo una relación muy directa con el Virrey Cevallos y ocupó varios cargos que le granjearon fama de hombre serio, idóneo y muy capaz, siempre compatibilizados con su condición de militar y sus negocios y actividades económicas.

Viudo y sin descendencia, volvió a España estableciéndose en Madrid donde continuó con sus actividades comerciales, compra de bienes y tierras, acciones del Banco de España, Vales del Tesoro..., administrando y engrandeciendo su fortuna, hasta su fallecimiento en Madrid el día el 23 de julio de 1799.

Tres son las obras o fundaciones que hizo en Santurde:

El 11 de junio de 1790, en Santurde, entrega al pueblo el edificio y la Fundación para Escuela y dotación para el maestro en los siguiente términos: "D. Bernardo Sancho Larrea, ... por cuanto en estta expresada villa, y en ottras contiguas, a su torno como Aldeas pobres no hay Escuela de primeras Lettras, con dottación correspondientte, por cuia razón sin gravamen, no pueden los vecinos enviar sus hijos a la Escuela cuando son muchos por su pobreza...Por tantto ... he deliberado mediantte carecer de Herederos forzosos fundarla, y dotarla con la asignación correspondientte a cuio efectto mandé construir, una casa de cal, y cantto, firme, y mui capaz en la Plaza de estta referida Villa, que me ha tenido de costta cincuentta y nuebe mil doscienttos sesenta y nuebe reales de vellón, la que ha de servir también para junttas del Concejo, Aiunttamientto y Cofradías, y ha de disfruttar, y avittar el Maestro que fuere de ella viviendo, y enseñando en las avittaciones desttinadas, para estte efectto, y para que tenga lugar estta mi volunttad en la vía, y forma que mas combenga en derecho ottorgo que erijo fundo, y constituio desde primero de Henero del año proximo venidero del Señor mil settecientos nobentta, y uno una Casa de Aiunttamiento y Escuela perpettua de primeras letras en la mencionada villa de Santurde".

En su Testamento  de 1794 y en su Memoria Testamentaria de 1798, además de ratificar y concretar las mandas para el mantenimiento de la Escuela, dispuso la creación de dos Mayorazgos para sus parientes , para los que sus sobrinos Andrés y Miguel, en los años 1803 y 1805, obtuvieron del Rey el otorgamiento para la constitución de "dos Mayorazgos perpetuos de subcesion, el primero a favor y cabeza de D. Miguel Sancho Larrea y sucesores y el segundo en Don Juan Manuel Sancho Larrea y Aransay y sus sucesores".

Entre las condiciones que impone, son destacables las siguientes:

Se desconoce el capital inicial de la Obra pía o Fundación y el momento exacto en que comienza a cobrar y distribuir  los intereses de la Acciones del Banco de España que son de su propiedad. Tampoco se conocen el interés (cargo) recibido en los años anteriores a 1851 ni los gastos (data) que se produjeron en los años precedentes.

En el año 1852 la Fundación poseía 51 Acciones del Banco de España de 2.000 Reales cada una, que se amplían en 1864 con la compra de 6, en 1883 se añaden otras 28 y 1896 se compran otras 16 acciones (de 2.000 Pesetas), por lo que a finales del S. XIX tenía 101 acciones.

La dote que se daba a las mujeres que se casaban en Santurde se iba incrementando cada año: comienza en 1851 con 400 reales y concluye en 1899 con 1.125 pesetas (4.500 r.), deduciéndose de las cuentas que era la mujer la que cobraba (dado a, entregado a, a...) y , salvo los años iniciales, no consta se exigiera examen.

La mayoría de las mujeres que obtienen dote llevan los apellidos que tenía Bernardo, por lo que está claro que hay o puede haber un cierto parentesco: Sancho, Aransay, Larrea (Arrea), Repes, aunque existen otro varios apellidos sin ninguna relación con los que tuvo Bernardo, por lo que el término pariente está entendido en sentido muy amplio: Capellán, García, Gómez, Montoya, Serrano, Vargas, Villanueva, Ybergallartu, Yerro,...

Esta dote, de cuantía muy generosa, era un acicate para la creación de nuevos hogares, por cuanto suponía una gran ayuda para que la mujer pudiera comprar el ajuar, montar su nueva casa y fundar su familia.

La beca o ayuda que se otorga a los estudiantes es muy variable cada año y distinta según el nivel o grado de estudios, diferenciando y abonando cantidades distintas los estudios de: Latín, Gramática, Filosofía, Teología, Cánones y otros; se concede ayuda por viajes, por obtención de Títulos, por buenas calificaciones, por exámenes, siendo difícil confeccionar una tabla comprensiva de todas las ayudas.

Algún año se paga en dos o más veces, las cantidades dadas a cada estudiante no son las mismas, en algún momento se paga por días. En las décadas de 1880-1890 se paga directamente a los seminarios (San Gerónimo, San Carlos...) una pensión alimenticia por cada estudiante, una ayuda para biblioteca, libros, material, viajes, asistencia a exámenes e incluso para obtener las Órdenes Menores y Mayores.

Salvo casos aislados (medicina y abogacía) todas las demás ayudas o becas son para estudios de latín, gramática y eclesiásticos (Filosofía, Teología, Moral, Cánones,...), básicamente curas, especialmente en Burgos y Logroño. También hay ayudas para entrar en conventos de frailes (San Millán de la Cogolla), pero son minoritarias.

Pretendo que estas líneas sean un cariñoso homenaje a la memoria de este ilustre hijo de Santurde y de agradecimiento a su generosidad que ha posibilitado tanto la creación de hogares como el que muchos de los hijos de Santurde, entre los que estoy incluido, hayamos podido estudiar y adquirir conocimientos para una mejora de nuestra condiciones y para el bien del pueblo.

Y, por último, deseo que el cariño que Bernardo sintió y demostró con sus obras y fundaciones por sus parientes  y paisanos siga manteniendo a Santurde como pueblo vivo y en constante evolución y progreso para que todos los santurdeños, de nacimiento o adopción, consigamos llegar a nuestra meta y logremos la máxima felicidad. •

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La Ilera nº 1, página 11 - Vivencias

Texto de Eva Villar.

Santurde, en mi historia personal

Puedo cerrar los ojos y recordar perfectamente hoy, los sonidos de aquellos tiempos en los que en La Plaza y en La torre transcurrían mis días de vacaciones en el pueblo: Santurde.

El agua de la fuente cayendo vigorosa y fuerte por uno de sus caños y perezosa e intermitente por el otro (el izquierdo, creo).Para beber había que situarse en el caño lento, subiendo una pierna hasta encontrar el bordillo del pilón, en esfuerzo descomunal para nuestras energías de pocos años y, cuando por fin se lograba semejante hazaña, ya de pie, doblarte hasta conseguir acercar tu boca a la boca de la fuente .Todavía hoy me pregunto por que razón misteriosa en ese momento crucial tras el esfuerzo, el caño dejaba de sacar agua. Nos acercábamos más y entonces un borbotón inesperado nos mojaba la cara, el vestidito y hasta la zapatilla... aunque lo de menos fuera la zapatilla ya que de tal acercamiento a la fuente siempre salía una mojada de agua y barro aunque fuera un día soleado y seco.

Santurde representaba para mí la familia extensa, el contacto con la naturaleza, con los animales de verdad y no aquellos de las estampitas de los libros de clase. ¡Ay, si yo contara anécdotas de la burrita, aquella, que tenía mi abuela “La Chaparra” desde hacía mil años y, sabía de meteorología y de comportamiento humano, mucho más que muchos intelectuales de hoy!

A Santurde íbamos mis padres y yo andando desde Santo Domingo.

El paseo era un trayecto que recuerdo muy largo al principio, con escalas de hasta cinco veces, reduciéndolas según yo iba creciendo.

De aquellos días me viene a mí, mi pasión por los viajes, mi voluntad por llegar a los destinos y mi capacidad de esfuerzo físico que tan útil ha sido luego en mi vida profesional.

Trabajando por la justicia social, en Cooperación Internacional, (ya sabéis, el trabajo que desde ONG,s se realiza impulsando programas de desarrollo integral en los países llamados del Sur - pobres -) viajé por América Latina y África donde pude conocer muchos pueblos y comunidades desfavorecidas.

Llegar, a veces, a los lugares más abandonados, es decir, a los más necesitados de apoyo interno y externo, era tarea difícil no sólo por la burocracia del país en cuestión ,él cual quería ocultar a los extranjeros su incompetencia al tener áreas tan desoladas, sino también porque era una cuestión de esfuerzo físico por nuestra parte.

Muchas horas en coche por carreteras de tierra, andar luego unas 9 y 10 horas antes de llegar a la primera comunidad para una vez allí poder reunirnos con toda la gente y ver entre todos si lo que ellos necesitaban para mejorar su calidad de vida, podíamos nosotros apoyar.

En todas esas reuniones, que al principio eran de sorpresa al ver que era una mujer la que llegaba hasta ellos como única extranjera, siempre me preguntaban lo mismo: ¿Cómo ha llegado hasta aquí seña, o doñita, o compañerita? según el lugar, te denominaban de una u otra forma.

Mi respuesta también era siempre igual: porque yo también vengo del pueblo y me gusta llegar a los pueblos, no importa lo lejos que estén y las escalas que tenga que hacer para conseguirlo.

La alegría de llegar a esos lugares recónditos donde pocos occidentales tuvieron acceso, era similar a la que yo sentí tantas veces al llegar a Santurde y divisar al abuelo Ricardo en la plaza esperándonos por si acaso llegábamos ese día ...y, saludar con un abrazo a la “seña” Maximiana para vosotros, la abuela Samañana, para mí.

Yo nací en Santo Domingo de la Calzada que cantó la gallina después de asada pero, mis orígenes están también en Santurde, el pueblo donde aprendí a contar el tiempo al sonido de campanas y saber si era mujer u hombre el que había fallecido, a contar el primer aviso y el segundo antes de la Misa del domingo. A esquivar las embestidas, producidas en mi imaginación, de los toros que traían a beber al pilón, cuya fuerza me parecía mil veces superior a la del señor que les sujetaba con una minúscula cuerda. Y, aprendí sobre la reproducción animal, al compás de aquella chica que con un palo en la mano, corría detrás de una cerda en celo de la calle Arriba a la calle Abajo (o al revés).

A disfrutar de una buena comida familiar a la sombra de las choperas de Zaldo. A ver, desde los Arcos en tarde de lluvia, correr a las mamás gallinas seguidas de polluelos hacía sus respectivas casas. A pasear junto a toda la gente del pueblo, a modo de divertida procesión, por la carretera del pueblo hasta el cruce en cualquier tarde de domingo.

Me acostumbré a saborear el silencio de los pueblos a la hora de las siestas. A conocer a todos los habitantes de un mismo lugar por su nombre, o apellido, o sobrenombre o aspecto físico. Y lo más importante a luchar por que las zonas rurales no desaparezcan de ninguna parte del mundo. Pudiendo contar con entornos naturales habitables, es decir, con pueblos que cuenten con servicios de todo orden, suficientes, para satisfacer las necesidades y expectativas de sus habitantes. •

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La Ilera nº 0, página 3 - La Ilera

Texto de Alfredo Montoya.

La Ilera

Desde muy pequeños hemos aprendido que el río o pedregal, según la época, de Santurde es "La Ilera" y así la venimos reconociendo y nombrando. Cuando fuimos a la Escuela, los Maestros nos enseñaban que el río se llama Oja o Glera. Lo aprendimos, pero, entre nosotros, sigue siendo "La Ilera".

Todos los ríos del mundo que conocemos son "el", en masculino. Sólo "La Ilera" es femenino. ¿Por qué? ¿Late en la expresión un sentimiento maternal? ¿Sentimos que el río da la vida de Santurde?

Creo que no y que obedece a otras razones. Lo consideramos femenino por su terminación en "a", como la mayor parte de las palabras castellanas. El artículo "La" antes del nombre es una peculiaridad del habla de Santurde: así decimos La María, La José, La señora Ángeles, La "seña" Maximiana,...

La palabra "Ilera" es una transformación de la palabra GLERA, que a su vez, según las opiniones más en uso, procede de la palabra latina "glarea" que significa "cascajo – piedra menuda".

Urquidi y Lasa consideran que es un derivado del vasco "GE-EL-R-Era" y que significaría "El alto del río de la peña del filo", pero parece más lógica la derivación del latín.

También en la Escuela aprendimos que nace en el Monte de las Herquijuelas, en Sierra de la Demanda, dentro del Sistema Ibérico, que después de atravesar las aldeas y el mismo Ezcaray, se abre paso a través de la Peña de Santorcuato, hacia Ojacastro, que a la altura de Santurde comienza a abrirse, a formar meandros y con la cantidad de piedra que deposita gran parte del año no fluye el agua que, sabemos, va debajo las piedras para aflorar, pasado Santo Domingo, entre Castañares y Casalarreina, antes de, fundido con el Tirón, desembocar en el Ebro.

Igualmente nos han enseñado, aunque en ello hay opiniones diversas y contradictorias; que, el "Oja" da nombre a La Rioja, antes Comarca y ahora Comunidad Autónoma y a la denominación de origen del extraordinario y afamado vino que se produce.

Para los de Santurde, La Ilera es, a la vez, madre y "madrastra", benefactora y dañina, cariñosa y huraña.

De ella y gracias a ella, el pueblo tiene agua para beber, bien de la captación para agua corriente, bien de los numeroso pozos; gracias a su agua, la agricultura de Santurde es productiva, se mantienen los prados y las choperas.

De sus piedras están hechas la mayoría de las casas y pajares de Santurde, de ella se extrae el "cascajo" para hacer la masa de hormigón de las nuevas edificaciones.

Cuando éramos niños y jóvenes y antes de la construcción de las piscinas del "Palacio" los días de mucho calor nos bañábamos en sus frías aguas aprovechando los "torcos" que mantenían agua hasta avanzado el mes de agosto.

En las "salciñas" que poblaban su cauce nos protegíamos del intenso calor y con sus ramas tiernas peladas y limpias se hacían cestas y cestaños. Los troncos se utilizaban para hacer leña para el fuego y alimentar la "lumbre" del hogar.

Pero, por contra, cuando se pone "brava", en los rápidos deshielos, en las tormentas fuertes, es una amenaza que, a menudo causa, estragos.

Ya Madoz en 1840 nos indicaba: "Entre la villa y el mencionado río que la baña hay la dehesa. denominada Zaldo, de propiedad de aquella (de la villa), cuyas corrientes en tiempos de grandes aluviones la convierte toda en río y algunas veces la destruye..."

En sus avenidas ha arrasado prados, fincas, puentes, ganados y todo lo que se ponía a su paso.

El último puente de Santurde es del año 1914, reconstruido sobre otro/os anterio/res, como ha ocurrido en el resto de los pueblos a los que, en su parte alta, atraviesa.

En los dos últimos años, la Confederación Hidrográfica el Ebro está realizando una amplia obra de encauzamiento con excavación en el centro, acumulación de taludes, que se repoblarán posteriormente y ampliación del viejo cauce, para evitar sus efectos dañinos.

Deseamos que estas obras respeten al máximo el entorno y logren evitar los efectos perniciosos de las avenidas y que para siempre nuestra querida "La Ilera" sea la madre que da vida al pueblo, sea nuestra amiga a la que miremos con cariño y sin temor. •

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